cumplir las normas establecidas es algo que prácticamente
todo el mundo se ha saltado alguna vez. Y claro, de ahí el dicho de que las
normas están para saltárselas.
lo que ocurre que uno puede saltarse las reglas del juego
con distintos objetivos, unos más lícitos que otros y buscando su propio
beneficio, sin perjudicar al de al lado, o en cambio, saltarse las reglas sin
pensar en las consecuencias ni ponerse en el lado del perjudicado. Menos mal que en este caso, los perjudicados ascienden a la cifra de cero...!
me da igual que me tilden de enigmática y esquemática
escribiendo este blog: creo que está más que claro por qué escribo estas líneas
y hacia quién: y es que está muy bien dejarse llevar por los impulsos y decir
cosas o actuar conforme a tus sentimientos y a lo que te sale de dentro, pero
hay que pensar en las reglas pero, sobre todo, en las consecuencias y en lo que eso puede conllevar al resto de
las personas: sin decir todo lo que uno escribe y pretende eludir y pasar de
puntillas por el tema. Y más aún cuando hay una regla no escrita, concisa y breve que deja muy claro la manera de actuar de cada cual.
ayer mantuve una conversación, que no sé definirla bien, extraña
cuanto menos. Esto no quita para que evoque épocas del pasado felices (y
tristes, sobre todo tristes), que sin duda no dejan a una indiferente; más aun
habiendo estado tan implicada emocionalmente como llegué a estarlo…en cambio,
me di cuenta de que, para mí, la conversación fue triste, surrealista, absurda.
Y sin duda alguna, con muchos atisbos de cobardía y de no querer sacar temas de
conversación que se quedarán en el tintero hasta el fin de los días. En el
fondo me da bastante lástima….
lo que ocurre es que las reglas son las reglas y están para
cumplirse.
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